sábado, 17 de abril de 2010

AMBIENTE Y CULTURA 2

La verdadera patria de un escritor es la lengua en que vive, habita, escribe y sueña… Página 2 Página 3 Todas las páginas Página 2 de 3 El libro tiene una primicia: el primer estudio de Los cuentos que Nueva York no sabe (1949) de Ángel Rafael Lamarche, un libro que funda la literatura dominicana en el extranjero, desde la perspectiva de la generación del cuarenta: el Universalismo. Obra que pone en el centro de sus preocupaciones la relación del hombre con la cosmópolis. Allí se encuentra el primer cuento policial y de ciencia ficción que conocemos en la narrativa dominicana. Es un libro desconocido para la mayoría de los lectores y
estudiosos dominicanos y un iniciador de nuevos caminos par la narrativa del país. También aparece en este ensayo una lectura de El candado (1959) de Sanz Lajara visto de desde la hipótesis de que esta obra participa de la revaluación del negro, que plantea de los problemas de la negritud. Interesante la narrativa de Sanz Lajara en la medida en que afloran en ella los problemas de grupos subalternos signados pos su condición racial como los indios hispanoamericanos y el negro. No dejo apuntar la importancia que le da este autor al tema del poder. -¿Cuáles aspectos y rasgos caracterizan y diferencian a esa generación del ochenta,
de narradores de las anteriores? ¿Crees que mantienen nexos con los maestros del género en la isla o han roto totalmente con la tradición? -Cuando estudiamos textos de autores que aún escriben, es muy difícil realizar afirmaciones definitivas. Así que veo este libro como el estudio de una literatura en movimiento. Y específicamente a la generación del ochenta como un grupo que va decantándose más allá de sus pretensiones juveniles. Son las obras las que hacen al escritor. No los alardes narcisistas o los discursos de de su época. Del Ochenta conocemos a mucha gente que ha escrito libros de cuentos, pero pocos se han dedicado con tesón a ese género y han logrado una individualidad creativa, como René Rodríguez Soriano. Se dice que una paloma no hace verano. Pero los cambios más significativos en el narrar, las distintas estrategias narrativas que se usan, el lenguaje como creación poética y la forja de un microcosmos particular está en su obra. Hablo de muchos otros autores, como Ramón Tejada Holguín, Ángela Hernández, Manuel García Cartagena, entre otros. Pero viendo el asunto desde la presencia de un corpus que nos permita estudiar una literatura sólida, no creo que se pueda ir más allá. Pasa lo mismo con la generación anterior: Peix, José Alcántara Almánzar y Armando Almánzar Rodríguez, son los que más se han dedicado al relato breve. Los demás pueden haber escrito obras admirables como Diógenes Valdez, Manuel Rueda, Efraím Castillo, Roberto Marcallé Abreú... Hay muchos narradores que escriben cuentos, ahora bien, lo importante es encontrar a un narrador que haya trabajado con dedicación este género y plantee una ruptura. Veo en los del setenta una transición, una ruptura con el cuento de Bosch, una influencia del Boom en Virgilio Díaz Grullón, René del Risco, Miguel Alfonseca, Marcio Veloz, Pedro Peix y Alcántara Almánzar. Pero hay mucho que estudiar, entre ruptura y tradición en esta época. La ruptura la veo más clara en René Rodríguez Soriano, en los ochenta. -¿Crees que existe verdaderamente una literatura dominicana escrita fuera de los límites geográficos de la isla? ¿Nombres u obras que pudieran darnos pistas sobre el trabajo de los escritores dominicanos de ultramar? -Interesante pregunta, tal y como se plantea, el asunto nos lleva a decir que siempre la literatura dominicano ha tenido exponentes en ultramar. Empezando por los del Monte, (Francisco Muñoz del Monte y Félix María), que vivieron en Cuba y Puerto Rico; José Ramón López, que vivió en Caracas y Mayagüez; Francisco Carlos y Virgina Elena Ortea, quienes también vivieron en Mayagüez; Jesusa y Manuel de Jesús Galván, quienes vivieron en San Juan de Puerto Rico y Nueva York; Juan Bosch, que publicó cuentos en Cuba y Chile, y ensayos en Venezuela y Puerto Rico. A lo que debo agregar el trabajo de Pedro Henríquez Ureña en México, Fernández Spencer en España y Manuel del Cabral en Argentina...en fin, siempre hemos tenido una literatura dominicana en ultramar. Pero sé que de lo que me preguntas es de la llamada diáspora de la literatura dominicana. Estos no son escritores exiliados, que por razones políticas viven en el extranjero. Son personas que han nacido o que han emigrado muy temprano en su vida a Estados Unidos y otros países. Lo primero que creo pertinente es aclarar que, teniendo en cuenta la presencia de una cultura híbrida, los más connotados de esos escritores ponen en jaque la noción de literatura nacional, en la medida en que lo nacional estaba definido a partir de la lengua. Ahora tenemos una literatura dominicana escrita en inglés, es decir, hay una dominicanidad híbrida que se expresa en la lengua sajona y que los nacionales sólo pueden disfrutar a través de la mediación de un traductor. Es la literatura de Junot Díaz, Julia Álvarez, Nelly Rosario y demás; una literatura de anticipación. Como existe en estos textos una ruptura con la literatura nacional en español, mucha gente dice que esos no son escritores dominicanos. Pero creo que se equivocan. Su dominicanidad es controversial y lo que debemos entonces, pensar es que la dominicanidad ha cambiado tanto dentro como fuera. Somos una cultura híbrida fluida. Dentro, una cultura que convive con la haitiana y fuera, con la experiencia de las emigraciones. Creo que ahí residen las discusiones de los artículos de la Constitución sobre la nacionalidad y el voto en el exterior. Lo de fuera, unas veces, se deja afuera y cuando conviene, se le integra. Es un discurso de poder, que aleja o acerca a esa dominicanidad viajera. Otra cosa muy distinta, es preguntar por la existencia de una literatura dominicana en el extranjero. Es problemático desde una epistemología literaria, en la medida en que existen textos y discursos, pero esta literatura está en movimiento y no podemos hacernos una idea muy clara de ella. Se está haciendo; es muy reciente. Y creo que con esto nos quitamos de encima los alardes literarios de personas que se dicen escritores o que aparecen en las listas como intelectuales, etc. Quisiéramos leer sus obras, no los discursos sobre ellas. Son pocos los escritores que viven fuera de los que podamos hacernos una idea clara de su trabajo, si dejamos a Eugenio García Cuevas, Néstor Rodríguez, que han realizado un trabajo en la crítica literaria y cultural y uno que otro que han publicado un par de libros. Creo que tienen mucho camino por recorrer.

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jueves, 15 de abril de 2010

AMBIENTE Y CULTURA

HABLANDO DE LITERATURA

AMBIENTE Y CULTURA

Montoya, Víctor Lecciones sobre el arte de escribir cuentos breves
El Tío, como todo diablo de vasta cultura y declarado defensor del cuento breve-brevísimo-, aprovechó una de nuestras conversas para darme una lección sobre el arte de trabajar la palabra con la precisión de un orfebre.
- Escribir un cuento breve es como grabar un verso de García Lorca en un anillo de bodas- dijo-. Así de fácil pero a la vez difícil.
Lo miré callado, pensando en que el Tío, a pesar de sus atributos de Satanás, jamás dice las cosas al tuntún. Es un tipo asaz inteligente, sabio en las ciencias ocultas y en las ciencias de ciencias. ¿Qué no sabe? ¿Qué no puede? ¿Qué no quiere? Es un modelo de constancia y rigor intelectual. Y, lo más deslumbrante, tiene una respuesta para cada pregunta. Así un día, mientras hablábamos de literatura y literatura, dijo: “Los hombres escriben cuentos violentos”. ¿Y las mujeres?, le pregunté. “Ése es otro cuento”, me contestó.
- En tu opinión, ¿cómo se distingue al buen escritor de cuentos?- le dije a modo de tantearle sus conocimientos.
- Para empezar, al buen escritor se lo distingue incluso por la forma de andar- replicó con la sabiduría de quien posee el don del genio y la magia de la palabra-. El escritor de fuste no necesita tarjetas de presentación, críticos ni reconocimientos. En él, más que en nadie, la pasión de escribir es como estar endemoniado, una forma de levitar al borde del delirio, de hacer añicos la realidad y contar un cuento en el cual la mentira es tan cierta que nadie la pone en duda, aparte de que su vicio de escribir en soledad es una enfermedad endémica y sin remedio. Nadie lo puede librar de esa atadura voluntaria, ni siquiera Cristo en calzoncillos...
El Tío, consciente de que la virtud del intelectual consiste en simplificar lo complejo y no en hacer más complejo lo simple, se daba modos de meterme los conocimientos como con cuchara, aplicando una didáctica más eficaz que la de un profesor emérito. Por eso cuando hablaba de un tema aparentemente difícil, como es la literatura, lo hacía con gran desparpajo y muchos ejemplos.
- ¿Y cómo se sabe que un cuento es un buen cuento?- le pregunté con la curiosidad de quien aprovecha una charla sobre el arte de escribir.
- Cuando te atrapa desde un principio y el lenguaje fluye con fuerza propia, cuando el lector reconoce las situaciones del cuento y empieza a identificarse con los personajes, quienes, por su verisimilitud, dejan de ser puras invenciones para hacerse creíbles a los ojos del lector. Un buen cuento se parece a un caleidoscopio, donde uno encuentra nuevas figuras literarias cada vez que lo lee y lo relee. Claro que todo esto no depende sólo de la perfección formal del cuento, incluidos el argumento, el lenguaje y el estilo, sino de la destreza del autor, quien debe mantener el suspense del lector hasta el final. En el mejor de los casos, el cuento debe tener un desenlace sorpresivo e inesperado, porque un cuento sin un final sorpresivo es como un regalo descubierto en Navidad.
- Y si el cuento no atrapa desde un principio ni mantiene tenso el ánimo del lector hasta el final, ¿qué hacer?- le pregunté, mientras rememoraba los malos cuentos que escribí en mi juventud creyéndolos obras maestras.
            - ¡Ah!- contestó el Tío, reacomodándose en su trono-. En ese caso lo mejor es tirarlo como cuando se tira abajo un edificio cuyas puertas y ventanas aparecieron construidas en el techo. A propósito, García Márquez dice: “El esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela”. Y si el cuento, por alguna razón misteriosa, no sale bien desde un principio, lo aconsejable es “empezarlo de nuevo por otro camino, o tirarlo a la basura”, porque escribir un cuento que no quiere ser escrito es como forzar a una mujer que no te ama.
            Me quedé pensando en que no es fácil ser albañil de la literatura, un oficio que parece reservado sólo para quienes, desde el instante en que conciben una historia en la imaginación, se sienten apresados en un torbellino de imágenes y palabras.
- Otra pregunta- le dije-. A tu juicio, ¿quién es el buen escritor de cuentos?
- El ñatito que ve como en una película la obra de su creación y es capaz de inventar ficciones sobre los tres pilares fundamentales de la condición humana: la vida, el amor y la muerte, así algunos críticos digan que lo más importante no es “qué” se cuenta sino “cómo” se cuenta. Tampoco cabe duda de que un buen escritor de cuentos breves, usando los instrumentos simples de la palabra escrita, es capaz de crear personajes, a quienes les concede vida propia con su aliento y su talento, los crea no de un montoncito de tierra, como Dios creó al hombre, sino de un montoncito de palabras, como tú me estás creando contra viento y marea, soplándome vida en tus cuentos de la mina. El buen escritor posee la magia de sacar las palabras hasta por los bolsillos, como el mago saca las palomas por las mangas de la camisa.
- A propósito de ambientes y personajes, algunos de mis lectores dice que me repito demasiado, que patino sobre el mismo tema y sobre el mismo personaje.
- ¡Bah!- refunfuñó el Tío-. No les hagas caso, sigue insistiendo sobre el mismo tema, sigue escribiendo sobre este Tío de la mina y, como recomendaba el viejo Tolstoi: “Describe tu aldea y serás universal”.
En efecto, me prometí para mis adentros seguir escribiendo sobre la realidad dantesca de los mineros y sobre las ocurrencias de su dios y su diablo protector encarnados en el Tío, el mismo que en ese instante conversaba conmigo sobre sus autores preferidos y sobre las claves del cuento breve, dándome la oportunidad de preguntarle una y otra vez, por ejemplo, ¿cómo elegir un buen cuento en medio de tanta palabrería?
- Eso varía de lector a lector- aclaró el Tío-. Hay cuentos y cuentistas para todos los gustos. Más todavía, los cuentos, al igual que sus autores, tienen diversas formas, tamaños y contenidos. Así hay cuentos largos como Julio Cortázar y cuentos cortos como Tito Monterroso; cuentos livianos como Julio Ramón Ribeyro y cuentos pesados como Lezama Lima; cuentos chuecos como Augusto Céspedes y cuentos borrachos como Edgar Allan Poe; cuentos humorísticos como Bryce Echenique y cuentos angustiados como Franz Kafka; cuentos eruditos como Jorge Luis Borges y cuentos dandys como Óscar Wilde; cuentos pervertidos como Marqués de Sade y cuentos degenerados como Charles Bukovski; cuentos decentes como Antón Chéjov y cuentos eróticos como Anaîs Nin; cuentos del realismo social como Máximo Gorki y cuentos del realismo mágico como García Márquez; cuentos suicidas como Horacio Quiroga y cuentos tímidos como Juan Rulfo; cuentos naturalistas como Guy de Maupassant y cuentos de ciencia-ficción como Isaac Asimov; cuentos psicológicos como William Faulkner y cuentos intimistas como Juan Carlos Onetti; cuentos de la tradición oral como Charles Perrault y cuentos infantiles como Hans Christian Andersen; cuentos de la mina como Baldomero Lillo, cuentos rurales como Ciro Alegría, cuentos urbanos como Mario Benedetti y así, como estos ejemplos, hay un montón de cuentos como hay de todo en la viña del Señor. El saber elegirlos no es responsabilidad del escritor sino un oficio que le corresponde al lector.
            Al escuchar el chorro de nombres, en mi condición de eterno aprendiz, me quedé turulato por la sabiduría del Tío, quien conocía las técnicas del arte de narrar sin haber escrito un solo cuento. Claro que tampoco tenía por qué haberlo hecho, si en sus manos tenía a un escribano como yo, encargado de transcribir los dictados de su ingenio y su corazón de diablo.
Mi curiosidad por saber más sobre el arte de escribir cuentos breves fue in crescendo, hasta que indagué el porqué de su preferencia por el cuento breve.
            El Tío se arrimó en el espaldar de su trono, irguió la cabeza, cruzó los brazos y explicó:
- Porque es una creación literaria donde se ensamblan la brevedad, la precisión verbal y la originalidad, pero también la sintaxis correcta y la claridad semántica, porque no es lo mismo decir: “Dos tazas de té, que dos tetazas”, ni es lo mismo decir: “La Virgen del Socavón, que el socavón de la virgen”.
Estaba a punto de abrir la boca cuando él, sin importarle un bledo lo que quería decirle, se me adelantó con la agilidad propia de un gran conversador:
- El cuento breve es tiempo concentrado, tan concentrado que, algunas veces, puede estar compuesto sólo por un título y una frase. Ahí tenemos “El dinosaurio”, un cuentito corto como su autor: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, dice Monterroso, seguro de haber cazado un animal prehistórico con siete palabras. Otro ejemplo, Antón Chéjov, acaso sin saberlo, anotó en su cuaderno de apuntes una anécdota, que bien podía haber sido un cuento condensado: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. Lástima que el ruso dejó esta idea entre sus apuntes como un diamante no pulido. De lo contrario, éste podía haber sido el cuento breve más perfecto sobre la vida de un millonario suicida. ¿Qué te parece, eh? ¿Qué te parece?
- ¿Y qué me dices de los cuentos de largo aliento?- le pregunté sólo por llevar más agua a su molino.
El Tío se dio cuenta de mi actitud de preguntón, paseó la mirada por doquier, se alisó los bigotes con la lengua y contestó:
            - Los cuentos largos son como los largometrajes, si no terminas dormido, terminas bostezando como cuando te metes en una sopa de letras. En el cuento breve, que se diferencia de la novela por su extensión, deben figurar sólo las palabras necesarias. No en vano Cortázar decía que el cuento es instantáneo como una fotografía y la novela es larga como una película.
            - O sea que la clave de un cuento breve radica en sintetizar el lenguaje- dije sin estar muy seguro de lo que decía.
- Más que sintetizar- precisó el Tío-, es necesario economizar el lenguaje, evitando la “inflación palabraria”, como dice Eduardo Galeano, quien recorrió un largo trecho hacia el desnudamiento de la palabra. El lenguaje tiene que ser llano y sencillo, lo más sencillo y claro posibles. No hay porqué escribir una prosa florida ni abigarrada, ni usar un lenguaje rimbombante ni hacer del cuento un árbol de abundante follaje y pocos frutos. Por el contrario, se trata de hacer un striptease del lenguaje, hasta dejarlo con su pura sencillez y encanto, porque en la sencillez del lenguaje se esconde la belleza del arte literario...
- Cómo es eso de desnudar la palabra- irrumpí, sin haber comprendido el meollo del asunto.
            - Fácil- dijo el Tío-. ¿Recuerdas el ejemplito sobre el letrero del pescadero?
- No- contesté, rascándome la cabeza.
- Ay, ay, ay. ¡Qué cabezota, eh!- enfatizó-. Según el ejemplo de Galeano, el pescadero rotuló sobre la entrada de su tienda: “Aquí se vende pescado fresco". Pasó un vecino y le dijo: “Es obvio que es aquí, no hace falta escribirlo”. Y borró el aquí. Pasó otro vecino y le dijo: “Es innecesario escribir se vende, ¿o acaso regala usted el pescado?”. Y borró el se vende. Y sólo quedó “pescado fresco”. Sí. Y pasó otro vecino y dijo: “¿Acaso cree que alguien piensa que vende pescado podrido, que escribe fresco...?”. Y borró fresco. Ya sólo figuraba pescado. Así es... hasta que otro vecino pasó y le dijo al pescadero: “¿Por qué escribe pescado? ¿Acaso alguien dudaría de que se vende otra cosa que pescado, con el olor que sale de aquí?”. Así que el pescadero quitó las palabras que escribió sobre la entrada de su tienda...
            El Tío parecía levitar mientras hablaba, como haciendo gala de su memoria retentiva. Hizo una breve pausa y luego continuó:
            - Qué te parece la ocurrencia del pelado Galeano, ese trotamundos que, además de hacer striptease del lenguaje, logró escribir la historia de América Latina en pedacitos y con las venas abiertas.
            - Muy bueno el ejemplo, muy bueno- contesté-. Pero, ¿hacía falta quitar todas las palabras del letrero?
- Está más claro que el agua. Hay cosas que no pueden ser “palabreadas” así nomás. Por eso Galeano, siguiendo las enseñazas del maestro Juan Carlos Onetti, se hizo consciente de que “las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio".
            - En eso estoy plenamente de acuerdo- le dije de golpe y porrazo-. Es como cuando se habla, si las palabras que se van a decir no son más bellas que el silencio, lo mejor es callar.
            - Así es, pues- aseveró el Tío-. A veces, “la única manera de decir es callando” o como dice el verso de Pablo Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente...”.
            Ahí se plantó nuestra conversa y se abrió un largo silencio.
Antes de cerrar la noche, me despedí del Tío, no sin antes agradecerle por su magistral enseñanza que, de seguir machacando mi oficio de artesano en la palabra, me ayudará a mejorar mis cuentos mal escritos, aunque sé por experiencia propia que “del dicho al hecho, hay mucho trecho”, tal cual reza el refrán popular.
            Iba a franquear la puerta, cuando de pronto, a mis espaldas, escuché la voz del Tío:
            - No dejes de escribir cuentos breves, como esos que a mí me gustan.
            Me di la vuelta, le eché una veloz ojeada y pregunté:
            - ¿Como cuáles?
            - Como los cuentos mineros donde cobro vida propia gracias a las aventuras de tu imaginación.
            Me volví otra vez y salí de prisa, sin dejar más palabras que el silencio a mis espaldas.
Nota: Tío: Dios y diablo de la mitología andina. Los mineros le temen y le rinde pleitesía, ofrendándole hojas de coca, cigarrillos y aguardiente. 

martes, 13 de abril de 2010

HABLANDO DE LITERATURA

CURIOSIDADES LITERARIAS

Sabias que :

... La novela Rayuela, de Julio Cortázar, se puede leer, según su autor, de tres maneras distintas? Una, siguiendo el orden normal de los capitulos; otra, siguiendo un orden específicado en una tabla en el prólogo; y otra, en el orden en que se le antoje al lector.

... La novela El guardián entre el centeno de D. J. Salinger, aparte de por sus cualidades literarias, es también famosa por haber sido el libro de cabecera del asesino de John Lennon?

...Que el libro 1984, de George Orwell, se iba a titular inicialmente 1980, pero que un retraso de 4 años en su edición causó que se prorrogase también el año en el título?

... Cuentan que Lorca, oyendo recitar un verso de Rubén Darío: "(...) Que púberes canéforas te ofrenden el acanto", el poeta se pone de píe y dice : "a ver, otre vez por favor, que solo entendí el Que..." ( y era Lorca)

..El escritor Víctor Hugo se encontraba de vacaciones y quería saber qué tal iba la edición de su novela Los miserables. Escribió a su editor poniéndole: "?" y recibió como respuesta: "!" ( la correspondencia mas corta de la historia)

... "Las rosas resfriadas mueren en la destornillada tarde
del beso hierático de un adiós azul, luengo y uniforme
torpe yo que bebo abrazos de cartón."
El poeta Dylan-Thomas, autor de estos versos, decía de sus poemas que "no los entiende ni mi madre".

... Al poeta T.S. Eliot le preguntaban por qué no escribía más y él respondía: "Para dar el ejemplo. El principal enemigo de la buena literatura es que los escritores tengan necesidad de ganarse la vida con lo que escriben. Porque el resultado de esta necesidad es que todos sucumben a los tres "demasiado": empiezan a escribir demasiado pronto, escriben demasiado rápido y escriben demasiado."

... La inspiración de Shakespeare para crear las mejores obras de estos tiempos era tomar droga, al morir se encontraron en su casa restos de porros de maría. (anotar cuidadosamente) jijiji

... Para componer sus famosas tragedias patéticas, el poeta francés Próspero Crebillon (1674-1762) necesitaba tener cuervos a su lado.

Bueno ya me cansé, esta es una recopilación de san Google, me pareció divertido compartirlo con ustedes, si conocen mas curiosidades pueden escribirla por este medio
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El cuento La madre esta en mi libro "Los Cuentos de un Viejo Aprendiz"

La Madrehttp://generoyeconomia.files.wordpress.com/2009/04/mujer-trabajo.jpg
Desde un rincón de la sala de su casa, la madre de Jacinta vio como el cartero regresaba una de las cartas que dias atras ella habia dejado en el correo tratando de dar con el paradero de su hija. Cuando el cartero se marchó, la mujer caminó hasta la puerta, con mano temblorosa levantó el sobre, con los ojos empapados de lagrimas leyó el cintillo que le habian puesto en la oficina del gobierno "devuelvase al destinario",decia, en seguida a los ojos de la mujer mas lagrimas afloraron, eran tantas que rodaron en cantidad por sus mejillas. Minutos despuès tambaleándose la mujer regresó de nuevo a la casa, al entrar se tiró en la silla que antes ocupaba y alli siguió llorando,y de tanto secarse los ojos y juntar en sus manos el liquido salobre que brotaba de su alma, no se percató que en cada una de sus manos se le estaban formando terroncitos de sal.

SABIA USTED QUE ?

FRASES CELEBRES

Poesía Dominicana ( MANUEL DEL CABRAL )

Manuel del Cabral
Manuel del Cabral Tavarez nació en Santiago de los Caballeros el 7 de marzo de 1907. Inició estudios de derecho en la Universidad de Santo Domingo. En el año 1938 comenzó su trabajo diplomático en la Embajada Dominicana en New York (Estados Unidos). Representó al país en Colombia, Perú, Panamá, Chile, Argentina. Entró en contacto con los más importantes poetas del momento.
En su poesía puede encontrarse la temática política, amorosa, social, metafísica. La poesía negra tuvo en Manuel del Cabral, una de sus voces más significativas, junto a Nicolás Guillén, Luis Palés Matos y Aimé Cesaire.
Entre sus obras poéticas más importantes están: Trópico negro, 1942; Compadre Mon, 1943; Los huéspedes secretos, 1950; La isla ofendida, 1965; Sexo no solitario, 1970, y otras.
Escribió también novela y cuentos. Las novelas El escupido y El presidente negro y los libros de cuentos, Los relámpagos lentos y Cuentos cortos con pantalones largos.
Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1992.
Murió en Santo Domingo (República Dominicana) el 14 de mayo de 1999.
Poemas

LETRAS PENSAMIENTO SANTO DOMINGO MIGUEL D. MENA EDICIONES

Pedro Mir
(San Pedro de Macorís, 3 de junio 1913 - Santo Domingo, 11 de julio 2000)

http://www.jmarcano.com/mipais/cultura/poesia/pedromir.jpgPoeta, crítico, narrador. Antes de que el Congreso lo declarara como "poeta nacional", ya se le consideraba así desde aquellos tiempos que le siguieran al ajusticiamiento del tirano Trujillo en 1961 y nuestro poeta se convirtiera en el primer poeta de masas en la historia dominicana.

"Hay un país en el mundo" (1949) es considerado como uno de los poemas más emblemáticos de la dominicanidad. Con un gran fuerza lírica Mir le echa una mirada al paisaje dominicano en su historia y su la dureza de muchos de sus paisajes. Ahí están las manos de los ingenios azucareros y los hombres y mujeres de nuestras ciudades. Con "Contracanto a Walt Whitman" (1952) ya el poeta habrá llegado a la consagración. Se le considera como uno de los grandes poetas "independientes" -junto a Héctor Incháustegui Cabral y Manuel del Cabral-, llamado así por haber realizado su obra en el extranjero. Pero, a diferencia de aquellos autores, Mir el trujillismo primero y luego el exilio. Cuba, Guatemala y México serán sus estaciones fundamentales. Graduado de Derecho en la Universidad Autónoma, en la Isla sólo pudo dedicarse a labores docentes. En el exilio realizó múltiples actividades, desde fotógrafo en las calles hasta contador. Vuelto del exilio en el primer lustro de los 60, se integrará a la vida académica, literaria y política.

POESÍA FUNDAMENTAL

Poema del llanto trigueño
Plática del pozo
La vida mande que pueble estos caminos
Evocación del ruido
Hay un país en el mundo
Contracanto a Walt Whitman
Amén de mariposas
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
Portaviones Intrépido

ENTREVISTAS / CRÍTICAS

Juan Bosch: Pedro Mir, el poeta social esperado
Ana Mitila Lora: Entrevista
Margarita Cordero: Entrevista
Coromoto Galvis: Entrevista
Jean Franco: "Contracanto a Walt Whitman"

ENSAYO

DESDE MI BUTACA

Advierte a los padres sobre los peligros en Internet

Amparo-Arango-Echeverri-intPor Bienvenido Sanchez
Martes 13 de abril 2010

SANTO DOMINGO.- La coordinadora Unidad Técnica de Apoyo de la Comisión Nacional para la Sociedad de la Información y el Conocimiento del Indotel, Amparo Arango Echeverri, advirtió sobre los peligros que asechan en el Internet, especialmente a niños, niñas y adolecentes, quienes pueden ser víctimas de pornografía, grooming o depredadores, sexting y otras trampas en la red.
Arango Echeverri hizo los planteamientos al participar en el seminario internacional titulado “Incidencia del Periodismo Digital en la toma de decisiones”, realizado por el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) en el marco de sus actividades aniversarias.
La especialista también hizo recomendaciones, para los adultos sobre el uso de las “redes sociales” el uso del teléfono celular y otras herramientas modernas.
Las mismas forman parte de la campaña que lleva a cabo el Indotel titulada “Cuídate en Internet”.internet-sano-Amparo-Arango
Otro consejo es no hacer citas con personas que se conozcan en Internet, ni compartir fotografías o videos con desconocidos que te “enamoren” o te inviten a chatear de temas sexuales.
En la importante conferencia, apoyada en una presentación en Power Point, Amparo Arango Echeverri, invito a los periodistas a visitar la página www.internetsano.do o si es necesario 

comunicarse con el teléfono 1-809-200-7393.
Y labrechainformativa.com 
Respalda la campaña que lleva a cabo el Indotel y reproducimos la conferencia de Amparo Arango Echeverri, para compartirla con nuestros lectores.

TELEVISION EN VIVO

CONOCIENDO EL MUNDO A TRAVEZ DE LA FOTOGRAFIA

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