miércoles, 29 de junio de 2011

Juan Rulfo


Juan Rulfo nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, Jalisco. Su infancia transcurrió en su pueblo natal y San Gabriel, donde realizó sus primeros estudios y pudo contemplar algunos episodios de la sublevación cristera, violento levantamiento opositor a las leyes promulgadas por el presidente Calles para prohibir las manifestaciones públicas del culto y subordinar la Iglesia al Estado.

En 1924 Comienza los estudios primarios y al año siguiente cambia de escuela a la de las Monjas Josefinas. En 1926 el cura Irineo Monroy traslada su biblioteca a la casa de la madre de Juan Rulfo, donde él comienza a leerla. Un año más tarde Juan Rulfo y su hermano son enviados a un internado de Guadalajara para terminar sus estudios, a finales de ese mismo año muere su madre María. La muerte de sus padres siendo aún niño marcarán la obra del escritor haciendo que plasmara en ella: la desolación, el dolor, su estrecho vínculo con la soledad.

Rulfo llega por primera vez a la capital en el año de 1933. Si bien pretende continuar sus estudios, lo cual le fue casi imposible ya que éstos no le son revalidados. Acude como oyente a algunas clases. Inicia su trabajo en la Secretaría de Gobernación. Allí conoce al escritor Efrén Hernández. A partir de este momento se sabe de la actividad literaria de Rulfo, que es seguida muy de cerca por Hernández. Trabaja en la Secretaría de Gobernación y en la fábrica llantera Goodrich Euzkadi, es en esta etapa -durante los años cuarenta- cuando intenta escribir su primera novela con temática urbana, El hijo del desaliento, la cual él mismo destruye por considerarla "una novela autobiográfica llena de divagaciones personales, sin ningún interés literario".

En 1941 se establece en Guadalajara y un año mas tarde se inicia su colaboración con la revista "América" de Ciudad de México en compañía de Efrén Hernández. En 1943 escribe el cuento "La vida no es muy seria en sus cosas", que será publicado en 1945 en el número 10 de la revista "América" y también en ese mismo año en la revista "Pan", de Guadalajara donde también publicará los cuentos "Nos han dado la tierra" y "Macario".

En 1947 presenta a un editor "Es que somos muy pobres" , pero este lo rechaza porque "lo encontraron subido de color", como dice en una carta a su novia. En una carta a Clara Aparico del 1 de junio menciona, por primera vez, que está intentando escribir "algo" que se llamará "Una estrella junto a la luna", que se convertirá posteriormente en la novela Pedro Páramo. En estos mismos días escribe en sus cartas a Clara sobre su actividad como fotógrafo. Se queja igualmente de que gasta mucho comprando libros. Asiste a conciertos de la Orquesta Sinfónica y funciones de ballet, así como al cine. Se publica "Es que somos muy pobres" en la revista América (número 54, agosto). En este mismo año contrae matrimonio con Clara Aparicio con la que tuvo cuatro hijos.

En 1953 apareció " El llano en llamas ", que incluye diecisiete cuentos narrativos que giran todas entorno a la vida de los campesinos mexicanos. En 1955, aparece " Pedro Páramo" , la única novela que escribió Juan Rulfo, en la cual aparece Cómala como el escenario donde se desatan las pasiones humanas.

Recibe el Premio Xavier Villa Urrutia en 1957 por " Pedro Páramo". Es la primera vez que se entrega este galardón. Al año siguiente en 1958 se realiza la primera traducción de su novela " Pedro Páramo " al alemán. Desde este momento se suceden sin interrupción las traducciones de la obra de Juan Rulfo a los idiomas más diversos.

Colaboró también con el cine, en 1959 realizó junto, con Antonio Reinoso, el corto-metraje "El despojo", filmado en el estado de Hidalgo y luego en 1964 se estrena la película "El gallo de oro", dirigida por Roberto Gavaldón, sobre una historia escrita por Rulfo y también en ese mismo año se filma " La fórmula secreta ", dirigida por Rubén Gámez con un texto de Juan Rulfo.

La necesidad constante de plasmar imágenes, hacen de Rulfo un fotógrafo excepcional que muestra nuevamente una sensibilidad que va más allá de la simple percepción del instante. El tiempo, el desamparo, la muerte... temas centrales en la obra de Rulfo, reaparecen con esta serie de fotografías de tema urbano -algunas inéditas y todas ellas correspondientes al periodo de finales de la década de los cuarenta y principios de los años cincuenta- en las cuales aparentemente el mundo rural ha quedado atrás. Con una obra fotográfica impecable estimulada por la naturaleza de las cosas, la preocupación por el entorno; Rulfo hace del aire un misterio. Su poesía nos invade dejando un sello de continuidad y reflexión.

En 1980 se inaugura una exposición con su obra fotográfica y se presenta el libro-catálogo de la misma y un año mas tarde se publica el libro de fotografías "Inframundo".

La obra de Juan Rulfo es escasa pero de gran calidad narrativa y ha sido también traducida a numerosos idiomas. Sus dos libros le ha valido reconocimiento mundial concretado en premios como el Nacional de Letras (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983). Reconocido mundialmente por su obra literaria, su trabajo fotográfico ha sido menos conocido pese a algunas publicaciones ya existentes, Juan Rulfo dejó un legado fotográfico de aproximadamente seis mil negativos.

Fallece en su casa de la ciudad de México el 7 de enero de 1986.

Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al movimiento literario denominado "realismo mágico", y en sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios americanos , y sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico.


Juan Rulfo

martes, 28 de junio de 2011

CORROBORO, CORROBORO



- Dime, querido Vidal,

tú que eres medio letrado,

para ser buen diputado ,

a un Congreso Nacional

¿debe ser hombre leal,

de inteligencia y decoro?

No sea penguinche, Teodoro,

que para a un congreso ir,

solo hay que saber decir,

corroboro, corroboro.


Si es así, amigo Vidal,

yo tengo un loro educado,

que sería buen diputado,

a un Congreso Nacional,

pues él, aunque es un animal,

no se venderá por oro,

y sabe tanto mi loro,

que si uno habla por allá,

él contesta por acá,

corroboro, corroboro.


-Pues Vidal, a mi entender,

creí que los diputados,

eran patriotas y honrados,

y de bastante saber,

que el pueblo sabía escoger,

hombres serios como un toro,

y nunca elegir un moro

para que sea mal cristiano,

¿no es así, querido hermano?

corroboro, corroboro.


En los gobiernos pasados,

los jefes que gobernaban,

ellos mismos arreglaban

moldes para diputados

y algunos salían dañados,

pues no servían para coro,

pero otros, créalo, Teodoro,

que antes de al Congreso ir,

los enseñaban a decir,

corroboro, corroboro.


Juan Goigo Alix 1884.

LA CARROZA VACIA.


 Cierta mañana, mi padre me invitó a dar un paseo por el bosque y acepté con placer.
 Al llegar a una curva el se detuvo y después de un pequeño silencio me preguntó. Oye hijo. Además del canto de los pájaros, ¿escucha algo más? Agudicé mis oídos y unos segundos después le respondí: Estoy escuchando el ruido de una carroza. Eso es dijo mi padre, pero la carroza esta vacía dijo él. Entonces le pregunté. ¿Como sabe que es una carroza vacía, si aun no la vemos? Entonces él respondió: Es muy fácil saber cuando una carroza esta vacía, por causa del ruido. Cuanto mas vacía la carroza mayor es el ruido que hace.
Con el tiempo me hice hombre y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los demás, presumiendo de lo que no tiene, y lo mas seguro no tiene nada: de sentirse prepotente y haciendo sentir menos a la gente, me da la impresión de oír la voz de mi padre cuando dice: "Cuanto mayor es la carroza, mayor es el ruido que hace".

Autor desconocido.

miércoles, 22 de junio de 2011

EL BESO DE LA MUERTE


El y ella se encontraron, su respiración era agitada,
Sin mediar palabra unieron su boca en un ardiente beso,
sus labios elucubraron un placer tan inmenso que
que ninguno de los dos se dio cuenta que estaba siendo besado por la muerte.

Autor: Ramón Sánchez.

ESCRIBEME UN POEMA CON TU CUERPO

Escríbeme un poema con tu cuerpo,
que tus brazos sean metáforas hilvanando mi espalda
y tus dedos versos blancos en la honda oscuridad
de mi vientre, que tu lengua se engarce en sinalefas a mi lengua
y tus pechos acaricien la perfecta blancura de los míos
con sus rimas intactas.
Escríbeme un poema que hable de nosotros habitando
las llamas, de gemidos subterráneos invadiendo la piel
de lo imposible, que hable de erupciones, de humedades
precursoras de océanos a conquistar entre las piernas,
de tu sexo encarnado ondeando banderas de impaciencia
bajo la desesperada tibieza de mi aliento.
Sí, amor mío, escribamos un poema de viento y tempestades
nacidas de nuestros latidos, de abedules en flor
y chimeneas de otoño meciéndonos la desnudez,
y, más tarde, leámoslo con la voz tan alta que los besos
vuelvan a incendiarse y entre las sábanas no quede
sino el recuerdo hecho cenizas de un solo suspiro.

María José Honguero Lucas
Poesiapura@poesiapura.com

martes, 21 de junio de 2011

HACE TIEMPO

Hace tiempo que no te veo pasar
Será que te has marchado
O será  que tu amor hacia mi es tan grande
Que no te atreve a despedirte para no tener que decirme te quiero.

Autor
Ramón Sánchez

HABLO DE TI Y POR TI

Hablo de ti y por ti,
hablo para tu sueño,
para tu piel poblada de lluvias y cerezos,
para ti,
sin decirte,
no fuera que al nombrarte me salieran ampollas en los labios
hablo para que sepan los sauces que los hombres sin voz
también lloramos,
para que los arroyos, los ríos y las fuentes tengan celos
y envidia de tus ojos.

Hablo para el baúl de las muñecas de trapo,
para los pararrayos que cuidan de los pavos reales,
para los conductores bizcos de las ambulancias,
para la gente anónima que se muere de espaldas.

Hablo de ti y por ti
de ti porque me importas y por ti porque tienes las llaves del invierno,
porque quiero que aprendas mis silencios de jade,
porque busco tus labios cayéndome en la frente,
porque llevo en los párpados mil otoños mirándote

Hablo como pretexto
para que no se note que es lunes y mi rostro plagado de derrotas,
para que no me exijas factura cuando aspiro tu oxígeno,
para que no endurezca el pan y no oxiden
nuestra celebraciones.

Y hablo no sé por qué
hablo para la rosa que florece en octubre,
para el pecho inasible de la yedra,
para el lirio que crece en las orillas de una isla ignorada,
para el verdor extinto de las luces de yodo
y endulzarle la fiebre al sarampión de las primeras
orquídeas azoradas.

Vicente Martín
Poesiapura@poesiapura.com

ARMISTICIO

Vencida mi alma inquieta, desespera
en un desdén letal que en ella impacta,
se parapeta en la trinchera abstracta
de una vana ilusión, de una quimera.

Soldado soy y alborotar quisiera
la paz secreta de tu piel intacta,
ser el asedio en la medida exacta
del cerco de tu boca guerrillera.

Silénciame el fragor de la cruzada,
reprime mi invasión, que ya no aspire
ni a tu piel, ni a tu boca ni a tu almohada.

Concédeme, si acaso, que no expire
la llama en el rigor de tu mirada
y aunque así me miraras, que te mire.


Poesiapura​@poesiapura​.com

VIcente Fernández-Cortés

IMAGENES

A veces imagino que no existes,
que eres una palabra en los labios del mundo,
que tan solo una vez te pronunciaron
y desde entonces vuelas
esperando llegar,
o disolverte,
al oído de alguien que sin querer escuche.

Imagino que pueden escribirte,
que trazan con tus curvas ese puente colgante
que de un silencio a otro
nos salva sutilmente del vacío.
Pero nadie te dijo,
y la existencia vuelve, como un boomerang,
a dejarte doblada entre mis manos.
Pero nadie te dijo,
y unos labios a punto de ser Dios
te crucifican.

Si existir es quedarse,
permanecer ausente,
suspendido
en ese sin lugar que es estar lejos;
mejor atravesar,
mostrarse diáfano,
escaparse de si,
no llegar nunca,
deshabitar la voz,
nombrar,
no ser
sino aquello que huye de lo que precipita.

A veces imagino,
y sé que todo lo que no sucede
está pasando ya.

Oigo palabras
y el eco de lo inerte
de ti
me resucita.  


poesiapura@poesiapura.com
Luis Oroz.

!DILE QUE NO ME MATEN! Por Juan Rulfo

  -¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.     -No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.     -Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.     -No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.    -Anda otra vez.

LA JAULA DE LA TIA ENEDINA


Desde que tenía ocho años me mandaban a llevarle la comida a mi tía Enedina, la loca. Mi madre dice que enloqueció de soledad. Tía Enedina vivía encerrada en el cuarto de trebejos que está en el patio de atrás. Conforme se acostumbraron a que yo le llevara los alimentos, nadie volvió a visitarla, ni siquiera me preguntaban cómo seguía. Yo también le daba de comer a las gallinas y a los marranos. Por éstos sí me preguntaban, y con sumo interés. Era importante para ellos saber cómo iba la engorda, en cambio, a nadie le importaba que tía Enedina se consumiera poco a poco. Así eran las cosas, así fueron siempre, así me hice hombre, en la diaria tarea de llevarle comida a los animales y a la tía.

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CONOCIENDO EL MUNDO A TRAVEZ DE LA FOTOGRAFIA

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